“I've been around the world
And every man bleeds the same
But when the lights are dim
You never know who's to blame
I don't want no scars to show
I don't want no one to know
So I'll be killing time in the blue shadows
No other place for me to go
No other place for dying slow…”
And every man bleeds the same
But when the lights are dim
You never know who's to blame
I don't want no scars to show
I don't want no one to know
So I'll be killing time in the blue shadows
No other place for me to go
No other place for dying slow…”
Blue Shadows, The Blasters
Eran las 20:30 de la noche, y entre las “Blue Shadows” del Paral·lel ya empezaba escucharse el característico rugir de las grandes motos. A cuentagotas fue llegando hasta el último de los rockabillys afincado en la ciudad condal. Una cita ineludible para todos ellos estaba a punto de comenzar. Uno de los grandes iconos de la American Music, es decir, de la esencia del rock, se presentaban en la Sala2 del Apolo: The Blasters. Los tupés engominados, los labios rojos y el cuero, transformaron la atmósfera en un entorno nostálgico e impaciente. La banda en cuestión se hacía de rogar…
Bien pasadas las 22:00 y ante un público que ya empezaba a preocuparse, los hermanos Alvin y el resto de su banda, hicieron acto de presencia. La fiesta estaba servida, las cartas sobre la mesa y un sin fin de ases en la manga de los artistas, que con las primeras notas consiguieron que olvidásemos la espera.
Tras un breve shock de ver a un Phil Alvin envejecido y, todo hay que decirlo, entrado en carnes, el rock comenzó a sonar puro y la voz de Phil espléndida (hay cosas que el tiempo no puede cambiar). Los cuerpos presentes sucumbimos a su ritmo como poseídos por el espíritu de un joven Elvis. Ya nadie podía parar de bailar. Pero lo mejor de todo, sin duda, era verlos a los dos, si Phil nos dejaba boquiabiertos, su hermano Dave, no fue para menos. Genio virtuoso de la guitarra, se marcaba unos solos apabullantes, llenos de fuerza. La combinación era perfecta y no podíamos dejar de mover la cabeza en sentido afirmativo, confirmando nuestras sospechas: siguen en forma. No hubo duelo de titanes, sino mucho y muy buen rock. Sonaron las míticas American Music, Trouble Bound, Marie, Marie, la genial I'm Shakin', etc… y pasado el ecuador del concierto nos regalaron el archiconocido Dark Night, que incluso algún despistado pudo cantar.
Fue sin duda un concierto sin mayor espectáculo, que no es poco, que el de ver en vivo y en directo a una gran banda, mítica, auténtica, que despierta la nostalgia de los más maduritos, y llena de orgullo a los más jóvenes. Una banda de esas que quedan pocas, para bailar y disfrutar in situ. Si es que gran parte de la fama que The Blasters obtuvieron en los 80's (su época dorada) vino precisamente de sus increíbles directos, que en los primeros años, debido al asalto del punk, los hacían para este peculiar público (nada que ver con los rockers) ya que eran teloneros de grupo punk-rock X.
Lo que todos pudimos comprobar es que el sentido del humor, la empatía de Phil con el público y ese desvivirse por tocar mejor que bien, nos transmitió un bienestar que sólo puede provocar algo bien hecho, redondo. Uno de los grandes puntos del concierto fue el momento harmónica que se marcó Phil y los abrumadores solos de guitarra de su hermano Dave. Quizás por eso, se hayan convertido con el paso de los años, y sobre todo, desde su reagrupación a finales de los 90's, en un grupo de culto, no sólo para los genuinos rockabillys. Por que allí se notaba a leguas que no sólo disfrutábamos los incondicionales por un mero hecho casi "fetichista” de “ver a los Blasters”, sino que los propios Blasters disfrutaron como niños en el escenario, hecho que trascendió.
¿Detalles anecdóticos? La camisa del cantante con su nombre bordado “Phil”; la pegatina del icono de la marca de vaqueros Levis, donde se leía Elvis, en el bajo; y algún que otro miembro revolucionario del público que no paraba de gritar entre canción y canción, rompiendo el ambiente y acabando con la paciencia de los rockabillys que, “amablemente” lo consiguieron callar.
Pero siempre hay una parte menos deseable, que por desgracia últimamente es la misma: el precio de la entrada, ascendía a unos 23 euros en taquilla, un poco exagerado, si a eso le sumas el gasto en birras que supuso la eterna espera. No apto para todos los bolsillos, pero muy recomendable para abstemios. Es cierto que todo es cuestión de prioridades, pero en fin… The Blaster llegaron, tocaron y no nos defraudaron ni por asomo. Lo que podía haber sido una tediosa tarde-noche de domingo más, se convirtió en una auténtica y genuina dark night… and I´m Shakin'.
Texto y Fotos: Ceci Díaz
Texto y Fotos: Ceci Díaz
2 comentarios:
Increible reseña y exageradas fotos compañera!! Me has sorprendido sin dudas...
Un concierto memorable, tal vez, el mejor concierto que he visto en los últimos meses.
Espero verla pronto en algún evento musical de este tipo...
Me resulta facinante sentir la piel de gallina cuando veo una foto. Lo impresionante es que cada vez que abro esta pagina y veo la foto de ese hermoso rostro con telas negras y "El Sr. Dave Alvin" otorgandole todo su azul y es que se me parte la piel una y otra vez.
Madeinlove is dead **
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