Un festival musical reúne muchos más ingredientes que no sólo las estrictas actuaciones que componen su cartel. "Glastonbury The Film" da fe de ello. Julien Temple, su realizador, impregna la cinta del ambiente y del espíritu que han envuelto el evento durante estos últimos treinta años. La mejor manera de hacerlo: mostrar imágenes significativas sin intervención ninguna de voces en off. Hasta aquí de acuerdo. Sin embargo, se hubiera agradecido el uso de rótulos informativos que situaran al espectador respecto a espacio, tiempo y protagonistas, y alguna que otra poda de imágenes superfluas y redundantes que no aportan información nueva. El film se abre y se cierra dentro de la lógica temporal. Arranca con la llegada a la gran explanada y concluye con el abandono masivo del festival y la vuelta a casa. Temple toma como hilo conductor del documental las declaraciones del organizador, Michael Eavis, que va marcando algunos de los temas principales tratados, como por ejemplo los problemas que se encuentran con las autoridades y los permisos, la complejidad del sistema de seguridad o las lluvias sufridas durante algunas de sus ediciones. Al discurso principal de Eavis se van cosiendo imágenes de los fans que acuden al festival, declaraciones de los mismos, pequeños retales de actuaciones (como las de David Bowie, Björk, Prodigy, Blur, Beck o The Kinks, entre otros), de la diversidad de espacios y algunos planos de los trabajadores de la organización en plena faena.
Mediante fundidos encadenados, el director muestra imágenes actuales de gruppies y otras más antiguas para poner de relieve el denominador común de todos aquellos que han pasado por Glastonbury: el gusto por la música, y que todos ellos conforman lo que podríamos llamar el espíritu de una cultura de la juventud (a pesar de que algunos superen la treintena).
El compromiso con causas políticas pierde peso edición tras edición y se va despolitizando el espacio. Pero al mismo tiempo que se despolitiza se tecnologiza. El montaje mediante imágenes de contraste funciona en este caso. Mostrar a un virtuoso de la guitarra enchufado sólo a un par de cables resalta con la explosión tecnológica y performativa de Prodigy. La narrativa audiovisual del realizador utiliza también la escenificación. La letra de alguna de las canciones de los intérpretes (I want to sleep like common people de Pulp) se ilustra gráficamente mediante imágenes (planos de gente durmiendo), consiguiendo una sensación de narración perfectamente concatenada.
Momentos de subidón de las drogas, mostrados a través de una cámara desenfocada y temblorosa, hasta en algunos casos subjetiva, pasando por despertares resacosos y momentos casi circenses muestran a la perfección que se trata de experiencias únicas pero compartidas, y que conforman aquello a lo que he convenido a llamar la cultura de la juventud.
María Elena Vallés
jueves, 1 de marzo de 2007
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3 comentarios:
Captada la esencia del documental, realizar un retrato emotivo de lo que supone Glastonbury, no acabo de entender porqué solicitas lo que podría entenderse como información periodística (datos, fechas, rótulos etc). Estando de acuerdo en lo básico contigo, tengo la sensación de que no compartes del todo la apuesta de Temple, que ha querido distanciarse de lo que hubiese hecho cualquiera de nosotros: un trabajo periodístico. Lejos de asaltarnos con entrevistas, comentarios más o menos sesudos, datos y más datos (algo que respondería a un enfoque tradicionalmente documentalista), Temple "inventa" lo que podría denominarse "rigor emocional" definido éste en hipotética contraposición al rigor periodístico. El resultado no es un documental sobre Glastonbury, festival que finalmente parece una excusa, sino sobre los festivales al aire libre. Pueden cambiarse los personajes, el entorno, las condiciones atmosféricas e incluso los grupos que actúan, pero las sensaciones, situaciones y emociones que transmite el documental son extrapolables a cualquiera otro. ¿Cual es la importancia de los artistas?, pues "nada menos" que ilustrar con sus letras aquello de lo que se habla: si Ray Davies canta "Waterloo sunset", que es un tema descriptivo, la cámara mira personajes variopintos -entre ellos varios tipos con aspecto de lord- si Primal Scream interpretan "Swastica eyes", el motivo centrado en cámara es la seguridad y/o vallas; New Order aparecen cuando se habla del tatcherismo recién implantado; Bowie entona "Heroes" cuando el docu afronta la recta final y los supervivientes disfrutan bajo los fuegos artificiales etc etc. Lo que hace distintivo a un festival no es tanto quien actúa (Bowie, Chemical Brothers o David Kitt lo hacen desde Benicassim al Arezzo Wave), ¿porqué entonces tatuarlos con un rótulo si su presencia en Glastonbury no es determinante?. La cuestión es que cualquiera que haya estado en un festival (Sonar incluído) puede ver en Glastonbury aquello que ha visto con sus propios ojos. Es la impresión emotiva lo que cuenta, aunque sin olvidar que los temas que cualquier periodista hubiese abordado (seguridad, higiene, drogas, alimentación, política, tipología de público, comunidades hippies, climatología etc)también están presentes.
¿Sigues pensando que falta información?
Lo de información periodística en rótulos, etc. lo digo porque hubieran ayudado quizás a situar mejor al espectador (a los menos doctos). De acuerdo que no hubieran aportado nada al mensaje final de Temple. Creo que en comentario digo que Temple capta el espíritu del festival. Y me parece que no digo que Glastonbury sea diferente que cualquier otro festival. Y no es que comparta o no la apuesta de Temple. Simplemente describo las técnicas usadas por Temple y lo que consigue con ellas.
Yo creo que la esencia de Temple no se refleja en esta crítica.
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